Los juegos recreativos constituyen actividades generadoras de placer, por lo que no tiene por qué predominar el factor competitivo; en cambio, son muchas las ocasiones donde la satisfacción radica en el mero hecho de jugar por jugar.
Una perspectiva globalizadora va a permitir no sólo
el aprendizaje de destrezas y habilidades útiles, sino la autonomía necesaria
para que formen parte de un ocio constructivo, saludable y enriquecedor, con
capacidad para establecer relaciones equilibradas con el medio natural y
colaborando con los demás.
Según Vaquero (1999), la utilización del juego como
herramienta de trabajo es el método más idóneo, ya que el juego es la forma
específica que los niños tienen de conquistar el medio en el que se mueven, y
para los adultos es una forma desenfadada de alcanzar los objetivos.
Medio
Acuático
Existen multitud de posibilidades en cuanto al tipo
de actividades físicas recreativas que podemos ofertar a personas que presentan
algún tipo de discapacidad. En la actualidad, una de las líneas de trabajo que
se vienen desarrollando tras varios años de experiencia consiste en actividades
o juegos con carácter lúdico en el medio acuático. Tal como señala Fernández y
Gómez (2002), la idea de proponer actividades recreativas en el medio acuático
orientadas a niños con necesidades educativas especiales es porque este medio
ofrece innumerables oportunidades y situaciones donde se prodigan de forma
natural aspectos relacionados con la socialización, por cuanto es evidente que
la inclusión de estas personas se verá favorecida.
Experiencias recogidas por Gómez (2002) presentan
al medio acuático como uno de los más ventajosos para la mejora de la
funcionalidad motriz y junto al juego como aliado, forman una dualidad por
medio de la cual se consiguen objetivos que en otro medio no serían tan
beneficiosos y viables.
Las actividades físicas en el agua son sin lugar a
dudas muy interesantes para las personas con síndrome de Down, una vez
acostumbrados a la nueva sensación de moverse en el medio acuático, los
ejercicios proporcionan una sensación de confort y seguridad que no se tiene en
tierra, además de las incidencias que tienen que ver con la socialización y la
interacción entre grupos, este medio facilita una mayor inclusión en los
contextos familiares, sociales y escolares (Gómez y Scheidegger, 2004).
Medio
Natural
Al igual que las actividades recreativas en el
medio acuático, otro tipo de actividades con un carácter lúdico que actualmente
se ofertan desde las asociaciones y colectivos de personas discapacitadas, son
aquellas que se llevan a cabo en el medio natural. Las múltiples posibilidades
que ofrece este medio han despertado un interés creciente en el colectivo de personas
con discapacidad.
Deberíamos considerar a la naturaleza como un
instrumento de innumerables e incalculables posibilidades educativas, y así
poder descubrirla y aprovechar los recursos que ella nos ofrece (Gómez y
Scheidegger, 2004).
García, Panojo y Villagra (2003) presentan al medio
natural como un recurso fomentador de valores educativos para alumnos con
discapacidad que están acostumbrados a ser infravalorados.
Entre ellos destacan la socialización, autocontrol
personal, autonomía e independencia de su entorno habitual, motivación intrínseca,
flexibilidad y adaptabilidad al entorno cambiante y respeto al medio natural.
Por todo ello, podemos afirmar que las actividades
físico-deportivas, desde una perspectiva recreativa, se presentan como una de
las formas más completas de ocio activo para las personas con discapacidad, con
multitud de actividades entre las que el individuo puede elegir dado su
carácter abierto y flexible. Al mismo tiempo, favorecen la autonomía personal y
la inserción social dado que el talante recreativo en este tipo de actividades
son un medio socializador en el que aprendemos a jugar con nuestros iguales,
independientemente de la, llamémosle, minusvalía social que presente.
Ps. Cli. Adriana Salazar V.
