Filosofía Corporativa

Misión

Ser una institución auto sustentable, que cubra el ciclo de vida para niños, jóvenes y adultos con síndrome de down y retardo mental, educables y/o entrenables, para alcanzar su independencia y valorar su capacidad adaptativa a través de la felicidad, bajo un esquema sistemático e integral, involucrando a la familia y la sociedad.

Visión

Llegar a ser la mejor institución en la atención a niños, jóvenes y adultos con síndrome de down y retardo mental de Latinoamérica en los próximos cinco años.

Desarrollando todas las actividades que permitan atender las aspiraciones y requerimientos de los niños, jóvenes y adultos con necesidades especiales, celebrando convenios de cooperación con instituciones académicas de excelencia y organismos nacionales e internacionales, investigando, planificando y desarrollando proyectos.

Brindando consultoría, asesoramiento y capacitación en el campo de la educación especial. Administrando los fondos patrimoniales y en general los fondos que recibiera (la Fundación) para el financiamiento de los programas específicos.

Realizando campañas de recaudación de fondos, única y exclusivamente para el cumplimiento de los objetivos de la fundación, desarrollando acciones encaminadas a los sectores (alumnos) de escasos recursos económicos.

Estableciendo mecanismos de coordinación y supervisión con el Ministerio de Bienestar Social.

jueves, 23 de febrero de 2012

LAS HABILIDADES SOCIALES AUMENTAN EL NIVEL DE INDEPENDENCIA Y AUTONOMÍA MEJORANDO LA INTEGRACIÓN SOCIAL Y LABORAL

Según la definición de Vicente E. Caballo, la conducta socialmente habilidosa comprende el “conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal, que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de modo adecuado a la situación, respectando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación, mientras reduce la probabilidad de futuros problemas”.

De una forma sencilla, podríamos decir que el término “habilidades” hace referencia a un conjunto de capacidades de actuación aprendidas y el término “sociales” las enmarca en un contexto interpersonal. De ahí que, si son aprendidas, en el caso de los niños con síndrome de Down podemos dar por sentado su conocimiento. Tanto en el caso de las habilidades sociales como en las de autonomía personal, hemos de partir de la hipótesis de que lo han de adquirir todo, aunque estrictamente no sea cierto, pues sus limitaciones biológicas les impiden alcanzar, en ocasiones, habilidades que otros niños adquieren espontáneamente. Hemos de enseñarles cada habilidad, dejando que el niño o la niña con síndrome de Down la practique y no darla por aprendida hasta que nos demuestre que es capaz de hacerlo y que lo hace habitualmente en distintos entornos sociales.

Por ello se consideran prioritarios dos aspectos formativos: por un lado, las habilidades de interacción social propiamente dichas, necesarias para sus relaciones interpersonales y por otro, las habilidades de autonomía y habilidades instrumentales precisas para el desenvolvimiento en entornos sociales normalizados.

La comunicación interpersonal es una parte esencial en el desarrollo integral de todos los chicos. Su calidad de vida está determinada, al menos parcialmente, por la calidad  de sus habilidades sociales. El éxito en su integración social y, consecuentemente laboral, como cumplimiento de sus derechos, se basa en gran medida en niveles adecuados de independencia, autonomía e interacción social con los demás. 

El conocimiento y uso de las normas sociales básicas es el requisito mínimo exigible para la plena integración social de los jóvenes, mientras que las conductas inadecuadas los conducen, al rechazo y al aislamiento social. De esta manera, las conversaciones y el trato adecuados a su edad les permitirán, independientemente de sus limitaciones, sentirse aceptados y aceptarse tal y como son.

Por todo ello, se cree conveniente desarrollar programas de entrenamiento en habilidades de autonomía personal y habilidades sociales, que permita instaurar conductas adecuadas, considerando que determinados aspectos fundamentales para la interacción social, no los adquiere de forma espontánea, sino a través de la ejecución de programas adaptados a sus peculiaridades.

Erika Calvopiña

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